domingo, 24 de mayo de 2009

Clásicos que no volverán

"Eran otros tiempos". Sí, pero también lo serán para nuestros nietos, el día que le hablemos de tantos y tantos grupos noventeros, films con efectos especiales abrumadores, música electrónica que despierta las entrañas, deportistas capaces de desafiar las leyes de la física, políticos que hicieron suspirar por un cambio y un sueño...¿Cuantas veces nuestra generación, nacida en los 80, ha dudado de la grandeza de los grandes hombres y mujeres contemporáneos de nuestros abuelos?

Hoy día, cuando uno empieza a consolidar las paredes maestras de su madurez, pocos pueden jactarse de ser uno de los pocos que a duras penas renegó de tal tentación. El tiempo, y el formato de registro de aquellos sucesos y/o hazañas, ensombrece la gloria de aquellos que un día nos dejaron su legado, y solo los más grandes saltan por encima de ese lastre y consiguen perpetuar su leyenda como si de estrellas emergentes se tratase.

Todos los grandes de hoy serán las caricaturas del mañana. El único clavo al que aferrarse es que hoy en día se han dinamitado todas las fronteras, y la pasión por un individuo u otro en el mapa del mundo no conoce límites. Diferente es la situación entre aquellos que fueron vitoreados y puestos en un pedestal por nuestros ancestros; se trataba de héroes peninsulares, en una España sumida en un anclaje indefinido, pero que supusieron una bocanada de oxígeno permanente, y uno de las pocas migajas para alimentar un sueño por un mañana mejor. Eran épocas de pocos alardes tecnológicos, pero de muchas ilusiones que contagiar. El sueño por dar el pelotazo y cruzar el charco, vivir las Américas, vivir de lo que a uno le gustaba, de sus pasiones...era motivo suficiente para enfocar dichos rasgos en un film, aunque esa temática acabase por convertirse en una constante cinéfila de lo más habitual. Sin embargo grandes artistas como Rafael Farina o Antonio Molina fueron algunos de los portadores de un sueño sin parangón hoy en día, y por ello merecen un respeto. El respeto que en su día merecerán los guardianes de las ambiciones de las generaciones futuras, si es que existen ambiciones comunes tan poderosas como las de nuestros abuelos, que no tardamos en dejar de lado y enterrar...

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