Todos los programas esconden ciertos matices a los que no se atreven a llegar, en muchos de ellos la autocomplacencia los ha sumergido en un clima de comodidad del que ya no se mueven, llevando a que el espectador encuentre repetitivos gran parte de los contenidos. Algo parecido ocurre con el siempre admirable formato del reportaje de investigación. Un producto maltratado sin duda, y carne de zapping en muchas ocasiones. Dichos reportajes mantienen un baremo constante y totalmente equivalente: cuanto más riesgo entraña la investigación y más alfombras se levantan, más expectación y admiración generan en el espectador. Sin embargo, cada vez son más los productos de investigación que aparecen en pantalla, pero también son menos los que consiguen despertar de verdad la atención de la audiencia. ¿Por qué ocurre esto? ¿Está todo inventado? ¿De verdad ya nada sorprende? ¿O quizá se puede ir un poco más allá y no siempre se fuerzan al máximo los límites de la investigación?
Quizá sea ese el verdadero motivo. El espectador que todo lo ha visto ya, no se conforma con medianías, y quiere algo 100% original o que, si más no, le genere unas sensaciones de tensión e impresión por los hallazgos que jamás antes haya percibido.
En cualquier caso, si en el ámbito universitario y sin medios aparentes, se puede poner en tela de juicio la seguridad aérea de algunas compañías de low cost, ¿que no se puede lograr en materia de investigación para llamar la atención de la audiencia?